La noche oscura del Alma



Estoy al otro lado de la ventana mirando este cielo oscuro. Mientras… la luna estará mirándote como yo misma querría estar haciéndolo ahora mismo; con calma, sin prisas, hora tras hora… pero esta noche oscura del alma, que dura ya días enteros, encadenando en este estado de emergencia un sinfín de momentos de anhelo por culpa de esta separación forzosa…

Sólo acierto a llenar mi cofre de los besos no dados, de miradas tan cómplices e íntimas que sólo pueden ser para ti, de todas las caricias que te entregaré y van más allá de la piel (porque tocan directamente el alma), y de todos los abrazos que ahora mismo desvanecerían con su luz y en un instante toda esta oscuridad.

Maldito coronavirus.


Es curioso, hace un momento pensaba en ese paseo en moto que nos quedó pendiente y de momento 
nos está prohibido. ¿Quién diría que algo tan sencillo que aplazamos como si nada, dejándolo para otro día en que nuestra agenda fuera más holgada, se convertiría en algo tan deseado como imposible sólo unos días después?

Y en la línea de esta reflexión, pienso también en esa pasarela de madera que se extiende sobre el mar, la que llega hasta ese pequeño mirador al que finalmente no fuimos el día de nuestro aniversario: quería mostrarte el Mediterráneo a nuestros pies, señalarte la puesta de sol en un colorido horizonte al que dirigir nuestra mirada conjunta mientras deteníamos el tiempo… Y besarte y abrazarte sobre nuestra rosa de los vientos (con tu gregal escrito en ella).

Sí, amor… También nos quedó pendiente ese plan, y el temporal de hace un par de meses lo destruyó. Así de impredecible, caprichosa y provocadora se muestra a veces la vida.


Ahora, desde el interior de estas paredes y junto a esta ventana, pienso en ese mismo lugar durante esta noche oscura, la de la incertidumbre y el aislamiento forzoso.

Pienso en ese mar que escucharíamos si estuviéramos en el pantalán al que no pude llevarte, en la noche que desapareció bajo la fuerza implacable de una naturaleza tan desatada y salvaje como la pasión de nuestros encuentros, con el oleaje golpeando fuerte y a ciegas bajo nuestros pies, en medio de una oscuridad sin luces, ni en el cielo ni en el mar, ni en el horizonte que los conecta y funde al uno con el otro.


La imagino una noche oscura en la que se desdibujan los límites del sueño y la realidad, donde el rugido rítmico del mar se asemeja a los jadeos (inútilmente silenciados) de nuestra respiración acompasada, como las olas cuando estallan sin que nada pueda contenerlas contra las rocas, como embestidas apasionadas de dos cuerpos hablando de amor sin necesidad de palabras, con esa espuma blanca llena de vida desparramándose y cayendo en éxtasis hacia el abismo…

Ésa es la fuerza de una naturaleza imparable, y es la misma que nos conecta a nosotros a pesar de las circunstancias. ¿Y sabes por qué? Porque no hay nada ni nadie que pueda impedirlo.


Y en medio de esa oscuridad en que la frontera entre cielo y mar desaparece, como desaparece la distancia entre tu alma y la mía, dejamos de saber dónde acaba la piel del uno y comienza la del otro, y descubrimos que en realidad… nunca estuvimos separados, porque siempre hemos sido un mismo ser.

Y ante la llegada de esta verdad rotunda desde algún lugar remoto de mi interior, siento el súbito chispazo de esta certeza que prende de nuevo el fuego dentro de mí: ahora rescato el calor físico de tu abrazo cuando nos sentimos pecho contra pecho… siento que vuelvo a mi refugio y hogar, junto a esa llar de foc que aparece bajo nuestro contacto y aleja el frío de esta separación, cuando estas dos llamas gemelas se unen para volver a ser una sola, un mismo ser con la misma esencia, lo que siempre hemos sido.


Ahora siente este fuego eterno también dentro de ti, porque nos recuerda que ni las noches más frías lo podrían apagar entre nosotros: su luz ilumina más fuerte que nunca esta noche oscura del alma, desvaneciendo por fin sus sombras e iluminando el sendero de días que aún nos quedan por tachar del calendario hasta volver a sentirnos, como el faro que emite de nuevo su luz, trazando el camino de vuelta a casa de los corazones que se buscan.

Y ese temor silencioso por fin se desvanece como por arte de magia… ¡la tuya! La misma con la que conviertes lo mundano en increíble para mí, todos y cada uno de los días de mi vida desde que tú estás en ella.


A veces se nos olvida el gran poder que tenemos dentro de nosotros, porque sólo con desear encontrar la luz en la oscuridad, hará que ésta aparezca, y en mi caso además… tengo la suerte de que la traes tú para mí, como un bello regalo de amor.

Es el momento en que dejemos de ver para poder creer. Son tan limitados nuestros sentidos para la cantidad de magia que nos rodea... que ahora te invito yo a ti a recordar este sencillo y sutil comienzo de manifestación:

“No se trata de ver para creer… CREE, y entonces verás”


Recuerda que las más bellas y apasionadas historias de todos los tiempos cuentan con guerras, tragedias, separaciones injustas… poniendo a prueba a sus protagonistas, y mostrando cómo en medio del caos y la destrucción de lo que parece el fin del mundo, el amor verdadero siempre sobrevive.

Pues de la misma forma llegará la calma tras el caos de esta tormenta, las estructuras destruidas se reordenarán esta vez con la prioridad adecuada, justo la que el propio mundo requería que tuvieran, y será entonces cuando veremos más nítido que nunca lo que realmente importa en la vida, aunque algunos lo teníamos más que claro.


Nosotros ya conocemos la fuerza del amor verdadero, capaz de sobrevivir mientras el viejo mundo se hunde, pero este mundo renacerá fortalecido de sus cenizas como ese ave fénix de tinta que reposa en mi hombro y que tan bien conoces, y ese “nosotros” que tú y yo formamos brillará con más fuerza que nunca.

Pronto contaremos con esta batalla ganada, la misma que recordaremos mil y una veces entre nosotros, y la misma con la que inspiraremos a otros a luchar por lo que realmente es valioso en la vida, por lo que es real, como este amor.


Por eso, ahora, desde esta misma ventana decido mirar de otra forma el mundo: nada de oscuridad al otro lado, ahora veo cómo despuntan los primeros brotes verdes en las ramas que desnudó el invierno y sé que se acerca un nuevo comienzo. Pronto llegará la primavera, con sus nuevas oportunidades, el ansiado amanecer tras la noche oscura del alma, y con ello llegará el momento del reencuentro más esperado de nuestra vida, pues del primero no sabíamos ni que nos estaba aguardando a la vuelta de la esquina cuando sucedió… ¡pero sucedió! como por arte de magia.

Pronto daremos ese paseo en moto, volveré a abrazarte mientras Eolo nos acaricia la cara y pone al vuelo mi melena y la tela de mi vestido, mientas nuestras manos se escapan furtivas (sin pensar, para sentir) entre risas cómplices, mientras te aprieto fuerte contra mí por fin… con la intensidad de todos los abrazos acumulados.


Hasta entonces… Ésta y todas las noches que dure esta separación forzosa encenderé mi lámpara de sal y la pondré junto a mi ventana; enciende tú la tuya, amor, y contemos juntos esta esperanzadora cuenta atrás sintiendo a cada atardecer que “ya falta un día menos”.

Porque no pienso dejar que ni ésta ni ninguna noche más se quede a oscuras sin nuestra luz… y esta llama gemela de la tuya que arde dentro de mí… te alumbrará el camino de vuelta a casa, la entrada a ese mundo enteramente nuestro, donde nada ni nadie impedirá que nos encontremos...

I’ll see you in my dreams


"I’ll see you in my dreams"

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